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Edad Moderna

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MURCIA EN LA EDAD MODERNA.
CUANDO EN MURCIA TAMPOCO SE PONÍA EL SOL.

El brillante precedente del Imperio: los Reyes Católicos

Antes de que saliera el sol en el Imperio, los Reyes Católicos pusieron las bases de la historia de los reinos de la Península Ibérica para los siguientes siglos. Su reinado fue muy representativo para Murcia. Puede decirse que con ellos acabó la Edad Media para empezar otra etapa histórica que los historiadores han denominado Edad Moderna; la brillante época del Imperio Español.

Alhaja procedente del tesorillo de Yesqueros (Murcia).

La situación de inestabilidad de los últimos años de la Edad Media de Castilla había propiciado continuos enfrentamientos entre diversas facciones nobiliarias y el rey Enrique IV. Sus sucesores -los Reyes Católicos- supieron ponerles coto promulgando una serie de medidas que consolidaran al Estado de cara a los nuevos tiempos. De entre estas medidas se acordó la expulsión de los judíos y mudéjares de Castilla con el objeto de establecer una unidad, aunque fuera religiosa, de todos los reinos; esta medida se aplicó también en Murcia quedando registradas llamativas anécdotas que han reflejado el angustioso panorama de la expulsión como el caso de una excavación arqueológica cerca de la plaza Yesqueros; allí se localizó una vivienda cuyo pozo demostró que aquella vivienda había pertenecido a una familia morisca gracias a una orza repleta de monedas de oro escondida en una pared falsa de la pared del pozo: sus moradores prefirieron esconderlas con la esperanza de regresar alguna vez para recuperarlas ya que el decreto de expulsión no permitía que llevaran nada de valor con ellos. Este hallazgo, uno de los más significativos de las continuas excavaciones que se realizan en la ciudad de Murcia, mostró monedas de oro, todas anteriores a 1492, de Italia -Pisa, Génova, etc.-, Castilla, Aragón y Granada. Aunque las fuentes escritas indican que muchos se convirtieron y regresaron, aquellos de Yesqueros jamás volvieron a Murcia.

Retrato de los Reyes Católicos (finales del siglo XV).

Mientras se llevaba a cabo la política de unificación religiosa de los reinos de la Península, la guerra contra Granada -iniciada desde 1481-, alcanzó su fin con la rendición del sultán Boabdil en 1492. Murcia había sido frontera de los nazaríes y arrastraba seculares problemas heredados de esta situación como que su población e incipiente industria habían sido continuamente amenazadas. Con el sometimiento de Granada, Murcia dejó de ser frontera lo que generó una serie de acontecimientos muy curiosos como el abandono de las murallas que protegían a la ciudad; éstas fueron aprovechadas como paredes o cimientos de nuevas edificaciones, de ahí que se hayan conservado tan perfectos tramos como el de Verónicas que era pared del convento.

La Murcia Imperial

La Murcia del Imperio heredó aspectos del pasado medieval como la influencia de las grandes familias en la política local y la problemática del agua como generador de las relaciones sociales de dependencia entre los diferentes estamentos de la sociedad. La rebelión comunera de 1520-1521 fue uno de los ejemplos en el que las familias patricias de Murcia se hallaban enfrentaban entre ellas, hecho cotidiano durante todo el siglo XVI y XVII.

Por aquel entonces, un viajero francés, Jouvain, llegaba a escribir de Murcia en el siglo XVII: "Murcia es el mejor país de España por la cantidad de frutas y de vinos que abundan de tal modo que con justicia es llamado ese pequeño reino el jardín de España (...) aquella [en referencia a Murcia capital]en que está el ayuntamiento es grande, tiene la vista sobre el río, lo que hace que por la noche sirva de paseo y de punto de reunión de los burgueses de la ciudad, y en otra próxima está la iglesia episcopal adornada con una torre".Este crecimiento se manifestó en obras públicas de la época: el empedrado de algunas calles en la centuria del 500, el encauzamiento del río a su paso por la Puerta de Orihuela -localizada en la intersección de la calle Mariano Vergara y Obispo Frutos- y la Condomina; encauzamiento que consistió en un recorte del meandro en 1648 a causa de los problemas que originaban las repetidas inundaciones.

Murallas de Murcia (S. XII-XIII).

A la vez, mientras la ciudad y su huerta crecían en ocasiones surgieron pequeñas crisis que ralentizaban el desarrollo del reino habiendo, durante el siglo XVI, dos focos de peste (1524 y 1558-1559) que, incluso, obligaron al Concejo a evacuar la ciudad. Estas puntuales catástrofes han quedado fielmente reflejadas en las Actas Capitulares del Ayuntamiento de la ciudad a la vez que en los libros parroquiales que surgieron por esta época. La aparición de los libros de parroquia surgió por decisión del célebre Concilio de Trento en el que -además de condenar la reforma de Lutero y emprender el camino de la Contrarreforma- se acordó hacer registros en toda la Cristiandad de todas aquellas personas que pasaran por los principales sacramentos de la Iglesia: bautismo y defunción fundamentalmente. De ahí que se conozca la población de la ciudad de Murcia en, por ejemplo, 1586 que fue de 13.500 habitantes (censados 2.996 vecinos, siendo un vecino aquél cabeza de familia que moraba y pagaba sus impuestos en la ciudad). Gracias a estas fuentes de información, los historiadores ha logrado revelar que por entonces había una mortalidad infantil muy elevada. Se sabe, también, que existía el divorcio y que, pese a no estar muy bien visto, era empleado por algunos matrimonios malavenidos, mientras la Inquisición vigilaba este tipo de actuaciones desde su palacio ubicado en el actual Colegio de Arquitectos de Murcia.

Por aquel entonces, surgió otra de las fuentes de información de la época cuyos datos se refieren a importantes sucesos del pasado y ese presente de Murcia: los Discursos Históricos de la Real y Muy Leal Ciudad de Murcia, texto del Licenciado Francisco de Cascales publicado en 1621 y que recogía la historia del reino de Murcia.

 

La crisis del siglo XVII

Emblema heráldico de Murcia (S.XVII).

Durante el siglo XVII el sol se fue poniendo. El reino de Murcia sufrió un periodo de crisis generalizada que llegó hasta el 1680. Fueron unos años muy duros; sobre todo los comprendidos entre los años 1647 y 1653 que resultaron catastróficos en todos los sentidos. El inicio remoto de la crisis de la época puede datarse de 1614 cuando reinando Felipe III se expulsó a los moriscos. Se sabe que habían censados en el Valle de Ricote unos 13.500 moriscos. Aunque en la actualidad se sabe que no se fueron todos, lo cierto es que esta expulsión incidió en la agricultura pues había sido coto de trabajo de los moriscos; igualmente la seda fue una de las actividades afectadas y durante todo el siglo entró en una dinámica de baja producción a causa de la deficitaria mano de obra. Ello no fue óbice para que se edificara el Contraste de la Seda, emblemática construcción situada en la plaza de Santa Catalina hasta los años treinta.

Los censos que se conservan de la época se refieren a 23.352 vecinos en Murcia (unos 93.500 habitantes). Hacia 1648 llegó a Murcia, pese a las medidas de seguridad adoptadas para prevenirla, la peste de Valencia, una peste que obligó al Concejo a abandonar la ciudad y fue causa una elevada mortandad en todas las ciudades afectadas. Para colmo de males, en 1651 se produjo la riada de San Calixto, que asoló toda la ciudad con virulencia solo comparada a la de Santa Teresa de 1879. Sus efectos fueron tan destructivos que acabó con los puentes de la ciudad y movió al Concejo a proyectar un nuevo puente más resistente; también, ese año, una gran plaga de langosta asoló la huerta y el campo de Murcia.